No es noticia nueva que los detractores del libro
electrónico tengan como primer argumento el olor y el tacto del papel para
defender al libro impreso, parece incluso que éstos son amantes del
“libro-objeto” y no del libro-contenido, que importa más el empaque que lo que
viene dentro, que es lo que realmente debería importar cuando se habla de
libros ya sea impresos o electrónicos.
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