Tomar la pluma y humedecerla en el tintero, para después
soltar el brazo y dejarse llevar sobre un papel en blanco, en el cual se
dibujan óvalos y barras para enseñar los trazos elementales de la caligrafía, a
fin de mejorar las habilidades psicomotoras, "era un deleite". Los
ejercicios de antaño para mejorar la letra tenían entre sus prioridades el
destacar la belleza del lenguaje, una práctica que la comodidad y las nuevas
tecnologías han atacado a tal grado de poner en serio riesgo la continuidad del
lenguaje escrito.
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