Decir que México es un país de bibliógrafos y también de
bibliófilos es casi una verdad absoluta, cada uno desde sus trincheras han
registrado, recuperado y contenido la historia bibliográfica de este país que
es muy rica en libro antiguo. A esta nación de América no sólo llegó la Primera
Imprenta en 1536; antes de ella ya habían llegado los primeros libros con los
evangelizadores, entre ellos los franciscanos y luego los jesuitas, que legaron
a esta tierra enormes bibliotecas con acervos invaluables.
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