Huecos entre libros en anaqueles deshojados y ese
imperceptible desorden que provoca la gente cuando remueve gangas; un cartel
naranja chillón anunciando: “Libros de oferta, restos de edición y
descatalogados, primer piso”; y el definitivo folio en la entrada: “Tras haber
superado una Guerra Civil, un incendio devastador y un conflicto inmobiliario,
la histórica librería Catalònia de Barcelona cerrará definitivamente sus
puertas”.
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