Intentar descargar o al menos abrir, para leer, uno de los libros
digitales de cualquiera de los acervos adquiridos por el Consejo Nacional para
la Cultura y las Artes (Conaculta) a finales de 2012, cuyo costó superó los 350
millones de pesos, es cosa casi imposible porque no sólo es de difícil acceso,
además es poco funcional para los usuarios habituales de la Red Nacional de
Bibliotecas Públicas.
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