En los años noventa nació la expresión “brecha digital” para
describir a los ricos y pobres de la tecnología, e inspiró algunas iniciativas
para poner en manos de todos los estadounidenses, en especial las familias con
ingresos bajos, las últimas herramientas informáticas. Esos esfuerzos han
acortado la brecha, pero han generado un efecto secundario no deseado que
preocupa a investigadores y políticos y que los Gobiernos ahora pretenden
resolver.
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